Una vez decidida la decoración de nuestras habitaciones, debemos situar correctamente nuestra luz artificial.
Una mala colocación puede estropearnos de noche lo que de día se ve bonito. En primer lugar, cada habitación difumina la luz natural de una manera distinta, ya que depende del ventanal, de su tamaño y orientación, por donde penetra la luz, lo que hace destacar en nuestra decoración los objetos que colocamos, de la pared y los techos.
En muchas ocasiones la luz juega un papel fundamental. Ambos aspectos deben conjugarse para favorecer la atmósfera que se crea en nuestro hogar. De ellos dependerá que una estancia desprenda un ambiente más cálido y cómodo, o frío y poco acogedor.
Añadir un punto de luz en un lugar estratégico puede sumar visualmente metros de amplitud a nuestras estancias. Además, la luz influye en nuestro estado de ánimo por lo que es clave para decorar un estudio, un comedor o una habitación siguiendo pautas diferentes.
No nos servirá ni la misma lámpara ni temperatura de luz para un lugar que para otro.
Con la iluminación sucede lo mismo que con el color de nuestras paredes. Ambos aspectos deben conjugarse para favorecer la atmósfera que se crea en nuestro hogar. De ellos dependerá que una estancia desprenda un ambiente más intimo y agradable.
En la “ciencia” del interiorismo, la iluminación es clave y los diseñadores de interiores lo saben. Por eso proponen jugar tanto con la posición del foco de luz, como con el tipo de bombilla, de colores, de luz blanca (más fría) o amarilla (más cálida), de la altura del punto de luz, de su inclinación … Todo ello conduce a un estado de ánimo que puede ayudarnos a desarrollar o sentir aquello que queremos en cada habitación de la casa.
¿Quieres o necesitas más tips? No dudes en escribirme para compartírtelos. Recuerda que, los detalles hacen la diferencia.
0 Comments